miércoles, febrero 15, 2006

MI LECTOR ADOLESCENTE





Bruno Marcos

Les ha dado, últimamente, a unos cuantos, por leer mis libros y van viniendo con ellos de la librería a que se los dedique. Hace días lo trajo Palín y le dije que pasase luego a por él para que me diera tiempo a pensar una dedicatoria a la altura de nuestra amistad. Durante la clase, mientras lo estaba firmando, alguna cosa me hizo levantarme dejando el libro encima de la mesa, momento que aprovechó una de la primera fila para cogerlo.
-Mira si lo escribió él, -dijo con ironía no comprendida por sus compañeros que se asombraban de que el nombre de su profesor estuviera en letras de molde- fíjate, se quedaría agotado, 70 páginas, ja... y además entre dedicatoria y tal no empieza hasta la diez.
Lo abrió al azar y se puso a leer en voz alta, con tan mala suerte, que inició un párrafo que dice:
-...comienza a desnudarse delante de mí... Ah! El profe es un salido... –gritó fingiendo escandalizarse.
-Todas las novelas tienen algo de amor y no pasa nada-le dije con falsa seriedad.
-Ya, pero que abras el libro y que lo primero que te encuentres sea eso...
Hoy, al salir, Ramsés me abordó con la cara un tanto desencajada, mientras un súbito viento helado nos azotaba.
-Bruno, ahora tu libro me está gustando, al principio no, no daba un duro por él, pero ahora me quedan sólo veinte páginas y me ha enganchado. Pero el tío ese está fatal, ¿no? Dime una cosa, ¿Qué le pasa? ¿Está jodido de verdad?
-Sí, bueno –dije yo- está enfermo.
-Pero, ¿qué tiene?
-No se sabe, una enfermedad terminal.
-¿Qué es?¿Sida? Porque como le cambian toda la sangre y eso...
-No se sabe- contesté, como refiriéndome a otra realidad de la que yo fuera un transmisor, como si todo eso, la enfermedad y todo lo demás no hubiesen salido de mi cabeza y de mi imaginación.
Por detrás Aurora Boreal no dejaba de decir que molaba mucho el final y que se moría el protagonista y que molaba cómo lo decía.
-Pero no cuentes el final -ordené- que estos no lo han acabado. ¿Lo has leído tú?
-No, sólo leí el final.
El de R. les decía, una y otra vez, que era autobiográfica, intentando aumentar su confusión entre realidad y ficción, pero no le hacían caso. Automáticamente pensarían que si el protagonista estaba enfermo y moría yo ni estoy enfermo, ni muerto, o bien no saben lo que significa la palabra autobiografía.
Mientras, ya estaba yo pensando en el poder arrasador de la ficción, de la narración. La situación era extrema: un lector adolescente preguntando al autor de una novela por datos que no salen en ella como si, realmente, esa historia y sus personajes existieran.
-Bruno -dice Ramsés- voy a leer el otro libro tuyo, ¿va de lo mismo?
-No, pero es triste también.
-Bruno, parece mentira, no es propio de ti, otro triste.

3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

te agradezco las risas que me has arrancado con este relato en el que se confunde la realidad y la ficción.los nombres de los protagonistas son de nota .

febrero 16, 2006 12:34 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

te veo pronto en la feria firmando libros

febrero 16, 2006 12:35 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

hilas muy fino en las respuestas del otro larsen.Veo que puedo descansar algún día porque tengo las espaldas cubiertas.

febrero 16, 2006 12:38 p. m.  

Publicar un comentario

<< Home